Volver

Regresar al origen siempre es una experiencia novedosa y esclarecedora. Pero también puede resultar esquiva y dolorosa en algunos casos. Siempre divago con encontrar ese instante preciso en el cual la maraña de significados se posa sobre una simple canción y nos hace abrir lo ojos.

Ese momento iniciático por excelencia desencadena una serie de sucesos imposible de predecir, pero por sobre todo, produce consecuencias que serán comprendidas al momento de volver con la mirada.

Me gusta pensar que ese instante puede nacer y morir en la vibración de una tecla de la mbira; que puede viajar desde el metal al sonido y luego desaparecer.

La mbira es el instrumento sagrado de los Shona, pueblo originario de Zimbabwe. Su música es el medio para convocar a los espíritus que están permanentemente entre nosotros. Cuando las personas se van de viaje para trascender, estos sonidos nos ayudan a aceptar que siempre van a estar. En cada vibración, en cada instante.

Esos sonidos tienen, también, el poder de superar los devenires individuales, son inmunes a nuestro paso por el tiempo, y guardan en su memoria, todos los recuerdos de aquellos momentos.

Escuchando esas canciones que nos hicieron renacer con otres nos acercamos a esa sensación original y única. Volver a ellas y escucharlas resulta tan vital como recordar. Y recordar resulta tan sanador como volver a nacer junto a ellas todas las veces que sea necesario.

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