La más hermosa de todas las experiencias vinculadas a la música actual es ir a ver músicos en vivo. Podemos tener miles de discos o podemos disfrutar de miles de horas de reproducción online. Podemos ver recitales con la mejor calidad de audio y video posible pero nunca nada de eso será ni siquiera cercano a vivir la música en el espacio y tiempo en que está ocurriendo.
Puede ser en el bar de la esquina de tu casa o en el festival más grande del país. No importa. Hay que ir a ver música en vivo. Así de imperativo.
En pocos días dos de los músicos que más admiro van a presentar un nuevo disco: son Florencia Ruiz y el Mono Fontana.
A Florencia la comencé leyendo en su blog, luego seguí escuchando sus canciones. Es a mi humilde criterio, la artista musical más genuina y transparente que he escuchado. Tiene varios discos como solista, tiene una banda japonesa que la acompaña en sus mini giras anuales por Japón, tiene además un disco a dúo con Ariel Sanzo de Pez. Y lo último que grabó es un disco en la casa de sus suegros, se llama “7 cartas invisibles” y cada “copia” posee su respectivo sobre de tela cosido a mano. Toda su obra es absolutamente artesanal. Cada pieza es única e irrepetible.
El Mono Fontana es uno de esos músicos esenciales, y que como toda esencia, es fundamental pero imperceptible. Es de esos músicos que estuvieron (y están) donde las cosas importantes suceden pero que prefieren pasar desapercibidos. Acompañó con sus teclas y climas a Pedro Aznar y Nito Mestre, fue parte de Spinetta Jade y luego acompañó a Luis Alberto Spinetta hasta mediados de los 90. Recién en 1998 grabó Ciruelo, su primer disco solista y en 2005 su segundo y último, Cribas. Cuenta con infinita cantidad de colaboraciones con variedad de músicos y bandas. Recuerdo que la primera vez que escuché su nombre fue en el año 2003, cuando al finalizar la versión de 15-5 de Divididos que se publicó en Vivo acá, Ricardo Mollo tan solo dice su nombre como agradecimiento.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad no se accedía a la música más que cuando esta sucedía. Y no solo eso, la música era una experiencia únicamente colectiva. No había ejecutores y espectadores, ni aparato alguno para escuchar música en casa. Todo el grupo de personas presente era parte activa del hecho creativo porque la música cumplía una función social comunitaria. A partir de la era moderna, el eje musical se centró en el virtuosismo individual (ya sea de una persona o un grupo) por sobre la vivencia mutua y participativa. Así aparecieron los espectáculos musicales con escenarios y butacas.
Todos concebimos como “natural” las formas actuales de la música, aunque no siempre hayan sido así. Sin embargo hay músicos que parecen naturalmente concentrados en el rescate de la música como una expresión colectiva, y nos transmiten las formas actuales de esa búsqueda, incluyendo genuinamente elementos de su entorno en sus creaciones. Dándonos la posibilidad de encontrar en el acto creativo colectivo, un acercamiento a las raíces ancestrales de la vivencia musical.
Existe mucha música de ambos en la web y podemos escucharla en diversidad de momentos y lugares, pero nada podrá compararse con ser parte de ese momento único en el que la música simplemente nos sucede.
En esta playlist van a ir apareciendo los videos de la grabación de este bello disco.