“la indómita luz…” – Luis Alberto Spinetta – Rezo por vos.
Vio todo y respiró tranquilo.
En algún momento la vida no se desquitaría con él.
Trató de explicar de mil maneras lo que estaba ocurriendo.
Tantas almas lo seguían y él solo quería caminar.
En algún momento la vida no se desquitaría con él.
¿Por qué no podía parar de repetir esa palabra?
Se incorporó como pudo y caminó hasta la sala. Lo esperaba una sombra intensa, recorrió uno, dos, tres pasillos hasta llegar al lugar que le permitió sentir.
Estrelló las ganas y su dios contra la pared. Pensó que el miedo llegaría más rápido si cambiaba los colores.
Se agachó, y lloró.. Lloró para que la vista nublada le permitiera descansar.
¿Por qué no podía parar de repetir aquella palabra?
Sintió una mano en el hombro, y volvió.
Encerrado, sin luz y con algunos sobres cerrados, recuperó las ganas y quiso por unos instantes ser libre.
Pero recordó el precio. No hay límite al que pueda llegar en paz.
La palabra desapareció. Ellas no son culpables. La cárcel no es más que el sentido del presente.