Altura

Los varones no estamos a la altura del momento que vivimos. Esto no es una novedad, pero hacen falta ejemplos todos los días para confirmarlo.

Una banda de rock, con casi 25 años de trayectoria, respaldada con la ética de la independencia, un proyecto con muchísimo trabajo y con un posicionamiento claro frente a variedad de aspectos de la vida social construyó una imagen de “supuesta” coherencia. Una imagen que se desvanece porque PEZ no pudo identificar lo que correspondía hacer de acuerdo al momento histórico ante una denuncia de abuso contra uno de sus miembros. Eligieron la negación.

El nivel de simpatía de la mayoría de nosotrxs, los seguidorxs desde hace años, excede largamente el vínculo por el gusto artístico. Había una identificación con una forma de hacer arte. Esa identificación estaba basada en lo que conocíamos públicamente, en su obra, en su discurso.

Pero lo conocido no es la totalidad. Y la totalidad va asomando porque los límites se están transformando.

¿Puede una denuncia de abuso con identidad reservada demoler años de referencia positiva conseguida a fuerza de trabajo? Si, puede. Bienvenida esa posibilidad. Porque demuestra que es más importante el padecimiento de una mujer que cualquier idealización de los personajes artísticos.

La marea que está transformando radicalmente los límites de lo aceptado socialmente nos va a llevar puestos en la medida en que no empecemos a modificar completamente las formas de abordar los casos que se denuncian. Pero más aún, si no empezamos a identificar y erradicar todas las prácticas que son parte de la violencia sistemática hacia las mujeres, en todas sus formas, de todos los ámbitos.

Julieta Greco, fan, seguidora de la banda, como lo somos (¿éramos?) muchos otros y otras, plantea con mucha precisión esos desafíos, las contradicciones y los interrogantes que aparecen ante esta situación y para los cuales aún parece no haber muchas respuestas.

Flopa Lestani, música y compositora, mujer cercana a la banda, plantea el nudo de la cuestión. Los límites se corrieron, y parece que los varones no nos estamos enterando.

No estamos a la altura, entre miles de razones, por la notable ausencia de predisposición a renunciar a los privilegios. No estamos a la altura porque se decide mantener el pacto entre varones, en lugar de reconocerse y hacerse cargo. La negación ya no es una opción. Quienes se nieguen a enfrentar los problemas de abuso y violencia denunciados para resguardar sus privilegios quedarán indefectiblemente en el camino, ni su discurso ni su supuesta coherencia podrá salvarlos.

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