Él se nombra como poeta, luego todo lo demás. Afrodescendiente, uno de cinco hermanos, hijo de padre y madre violentos y estrictamente católicos. A los 9 años comienza a jugar con un piano que trae a su casa uno de sus hermanos. Escapa y vive con su abuela hasta que esta muere y queda solo en la vida. A los 19 años se muda de Londres a París. Vive casi como mendigo los primeros meses, saltando de albergue en albergue para evitar que le roben las poquísimas cosas con las que contaba. Hasta aquí la historia de miles.
Completamente autodidacta. Canta en el subte de París, y luego en algunos bares. Un día un productor le propone grabar algo. Surge Cornerstone un EP de tres canciones. Y luego At Least for Now el disco que lo ubica como el artista revelación de la música inglesa de los últimos años.
¿Qué diferencia a Benjamin Clementine de los miles de artistas musicales que nacen en un barrio pobre y deciden hacer de la música su vida?
La respuesta no existe.
Todos los elementos musicales en sus canciones están puestos a disposición de la poesía. Es en esencia un poeta. Cuando se le pregunta por su infancia, responde que lo único que puede decir es que se pasaba las tardes escapando de la violencia familiar leyendo en la biblioteca que había junto a su casa.
En su mirada perdida y en la profundidad de su voz se ven y escuchan a Nina Simone, Billie Holiday, a Bola de Nieve y a Édith Piaf.
No se cansan de preguntarle por la tristeza y soledad de sus canciones, no se cansa de responder que su vida es luminosa como un arcoíris y que su poesía intenta acercarse las preguntas fundamentales de la humanidad. Las preguntas que la vida le obligó a responder para sobrevivir.
En vivo toca el piano descalzo y con un abrigo porque es más cómodo. Y porque es como aprendió a hacerlo frente al frío en su casa natal.
Cada canción es una obra teatral. Donde cada elemento construye un clima, arma y desarma una escenografía para enviar un mensaje. Cuando le preguntan, Benjamin Clementine explica que detrás de todo eso, únicamente se encuentra la posibilidad y el deseo de tener algo para decir.
No hay simulación, ni montaje, no hay en su música un acomodamiento forzado a los parámetros esperables de la actualidad musical. Solo hay un músico haciendo poesía.