Son innumerables las veces que los hombres presenciamos episodios, relatos, anécdotas que incluyen a la violencia como principal atractivo.
En ningún caso nos cuestionamos lo problemático del funcionamiento masculino basado en la violencia.
Todos sabemos el costo grupal de oponerse al relato risueño de la pelea a piñas entre varones.
Hoy se “habla” socialmente del tema, no porque creamos que dirimir los temas mediante la violencia esté mal. Hablamos porque un pibe fue asesinado. La muerte sigue siendo la guía.
Antes y después del asesinato de Fernando, infinitos episodios se repiten todos los días. Durante la noche, durante las tardes en canchas de fútbol de barrio o a la salida de los boliches.
Para la sociedad hipócrita, alimentada por los canales de noticias, el problema no es la violencia, el problema aparente es la muerte.
Para pensadoras y estudiosas de la sociedad en la que vivimos, como Rita Segato, el problema es la masculinidad. Y el mandato, la obligación que todos los hombres tenemos de pertenecer a esa cofradía.
La obligación que tenemos de no cuestionar la anécdota o la catarata de mensajes que alimentan la violencia en casi todos los grupos de wasap, por ejemplo, para no quedarnos “afuera”.
Ese mandato guía al pibe que patea la cabeza de otro pero también guía al sistema que tiene a la guerra y el sometimiento como sus principales motores.
Como dice Rita, “si desmontamos el mandato de masculinidad, el mundo cambia”.
En ese camino, nosotros quizá logremos liberarnos de la obligación de pertenecer.
*
Dos recomendaciones que pueden unir dos puntos aparentemente lejanos de esta historia.
Una entrevista a Rita Segato:
El capítulo 14 de EyBroder que se pregunta: ¿Espantar la muerte acumulando capacidad de matar? El podcast sobre la historia cultural de Estados Unidos que aborda una mirada sobre los orígenes antropológicos de la violencia.