Sin viajes

El sonido en la matriz permite viajar.

En la espesa nube de silencios, rompen algunas teclas.
Existe una suspensión decorosa,
llena de mentiras que acompañan,
recorren los impulsos y disparan sin cesar.

Cuatro son los momentos, las palmas, el vaivén.

Se reciben las esquirlas,
ni la imagen, ni el olvido, entonces el ruido fracasa.
Se esperan milagros y ocurren desgracias,
no hay una explicación posible.

Llega un acorde suave y mil cascotes a la cabeza.

No se pueden parar los suspiros, la demencia todo lo irrita
solo hace falta encontrar ese rincón, donde mueren los altillos.
El quinto zaguán reconoce las heridas, y los muertos venden.
Allí quien espera, recibe el don correcto, y lo aprecia.

Pero no se esconde, y disimula.

Se cubre con la misma manta, y ya no es el sonido
son las brasas y el humo perdido de un comienzo inerte.
Mientras tanto, frente a vereda,
todo pasa.

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