Miedo

Somos cada vez más los que tenemos que dejar de hacernos los boludos.

¿Qué hace ese hombre que abusó y violentó y que sabe que en la tele, aunque sin nombrarlo, se está hablando de él?

Se hace el boludo. Por él y por todos.

No me cuesta demasiado ponerme en su lugar. Cuando hablan de él también hablan de mi.

De todas las violencias y abusos que he ejercido contra mujeres. Con la palabra, con los gestos, con el cuerpo, con el poder del privilegio de ser hombre.

Soy y somos eso. Violencia, abuso y poder.

¿Cómo dejar de hacernos los boludos? ¿Cuándo llegará el momento que empecemos a contar nuestros abusos? Los que sufrimos y los que hicimos sufrir.

La pregunta: ¿Cómo dejamos de ser lo que somos?

La pregunta es cómo ser padres. ¿Cómo saber si nuestras hijas no están siendo abusadas? ¿Cómo enseñarles a cuidarse de los abusadores y violentos?

La pregunta es cómo ser compañero. ¿Cómo construir nuevas relaciones sin ningún tipo de abuso ni violencia?

La pregunta es que hacer con las heridas. ¿Cómo sanar las propias? ¿Cómo acompañar a sanar las ajenas?

No tengo casi ninguna respuesta. Solo incertidumbre. Y lo incierto da miedo. Pero no tanto como la certeza de ser lo que fui. De ser lo que soy. De ser lo que somos.

El miedo paraliza y silencia. Bienvenido el miedo que nos hace sabernos un peligro en potencia por el solo hecho de ser hombres en esta sociedad. Miedo de ser lo que somos.

El silencio oculta. Pero decir le da existencia a las cosas. Ese silencio se está rompiendo. Bienvenida esa voz que arrasará con todo lo que somos y ya no queremos ser.

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