Anoche soñamos de nuevo, y hacía mucho tiempo que no nos asustábamos tanto.
Venían, todos juntos, tras nuestros pasos, o frente a ellos, la amenaza era permanente. No recuerdo ninguna relación aparente que dispare tales emociones. No podría agregar nada, solo la sensación infinita del riesgo a ser atrapado. Y de nuevo, el corazón que sale a explicar.
Fueron momentos de puentes y parques, calles sin cordones y remeras estiradas, un lugar común de lo televisivo en algunas imágenes perdidas. Ellos venían y el desenlace era inevitable.
Por eso será que uno escapa, del sueño a la realidad, que nunca podrá atraparnos de nuevo.