Yo lo escucho desde que soy muy chico. No lo recuerdo, pero estoy seguro. No porque lo eligiese, sino porque en casa la radio siempre estaba prendida. La última vez en un aparato de radio fue en la AM de la ciudad de Bs. As. cuando todavía era una emisora respetable.
Escuché a muchos viejos hablar del negro Hugo Guerrero Marthineitz, de Larrea, de Carrizo, de tantos comunicadores de los grosos. Esos que te cambian la vida todos los días con sus historias radiales.
Él es para mí el más groso de todos.
También apareció e innovó en la tele. Y unos años después, en una sabia decisión, abandonó la ciudad. Se fue a las sierras, puso su estudio y su radio ahí. Creó una red de radios a nivel nacional que retransmitía su programa semanal. Siguió innovando.
Nadie en la radiofonía actual combina música, historias, testimonios, climas y emociones como él. Ninguno comunica como él.
Ahora está innovando de nuevo pero en otro formato. A partir de una palabra; reflexiona, comparte música y lecturas junto a hermosos invitados mientras conversa en un bar rosarino. Media hora de comunicación pura.
Quizá no puedas verlo ahora, pero guardá esta listita por ahí, porque se irá llenando de episodios. Cuando tengas media hora de tranquilidad, ponelo, con pantalla completa y un buen sonido. Vale el esfuerzo de frenar un ratito a disfrutar.