Ese día se paró frente a dios.
Preguntó un por que y ningún recuerdo.
En una excusa tibia puso el presente
lo miró sobre el hombro,
y masticó desde lejos.
Invisible es el pasado sin dolor.
Otro día armó una pequeña pared
y dejó de soñar.
Cuando volvió a mirar
era tarde.
Aunque intentó
nunca encontró.
Decidió vivir sin las esquinas del tiempo.
Volvió y preguntó:
¿Cuánto falta?
Una respuesta sin mirar
soltó una hoja de papel:
“Solo queríamos ser”