Nos despertamos tarde y pensamos que la voluntad domine la escena. Elaboramos algunas historias para comenzar a recorrer y no encontramos definiciones casuales. Se nos ocurrió, que por un instante la sola proposición era suficiente. Descansamos. Y el destello nos impulsó a la historia y los hechos remarcaron: no hay voluntad efectiva, no hay consecuencias buscadas, no hay frutos verdes en el destino.
¿y para que tanto amor?
La imagen de la cuerda floja es inexacta. La separación entre ambas capas es claramente visible, no hay posibilidad de contacto entre los dorsos y los fondos. Y sobre todo, no es igual el destino de la caída, de un lado las definiciones explícitas y del otro la indiferencia.
La indiferencia, ante la efectividad de la determinación, despierta a los interrogantes y esconde parte de la comodidad. Volvemos a dormir. Nos reímos del esfuerzo por el control de los caminantes y quedamos congelados ante el empuje de la obsesión.
Ya no hace falta tanto para lograr tan poco ni pasear desnudos para vernos de nuevo.