Vapor

Pasó. Una especie rara de vendaval asesino. Que no deja rastro. Tiró de la soga y se anudó. Cuatro veces se tiró al piso a comer las migas. Y no lo dejaron vivir. Tipeaba sin sesar y murió desdentado. En la silla quedó un silencio que siempre estuvo ahí. Una sombra se posó, una y otra vez para recordar que los tiempos viven.

La luz llegó como cada vez, no sabía amar con certezas y pidió clemencia. Un día antes, todo era magia eterna y un día después, tropezaron y se fundieron, nuevamente, en vapor.

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