Soñé

Íbamos dos, solos. Era un lugar blanco y sinuoso, en dos abrir y cerrar de ojos, nos enterrábamos y salíamos de la nieve. No era un país, era un lugar sin nombre, totalmente conocido para nosotros.

Sobre la inmensidad se veía una torre blanca, de luz tenue, que murmuraba algunos sonidos. De a momentos, el viento era ensordecedor.

Un atril colgaba del árbol más lejano, caían hojas escritas y se consumían en el aire. La nieve recibía un dulzor color canela y se teñía de rojo repentino. No era sangre pero parecía.

Desde ahí y hasta el fondo bajamos sin parar, y en un abrir y cerrar de ojos despertamos, separados.

 

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.