“…” – Fernando Kabusacki
Por pirámides de colores, sin prisa, se manchan los hilos rojos. Despiertan la pesadumbre y el candor. Se entierran a jugar y desvelan de la envidia. Son varias cuerdas que recorren las esquinas y buscan.
Un compás les habla del sonido con valor, y cuando vibran presionan levemente los cuerpos. Los sueltan y enamoran. La sincronía de esos movimientos marcaban la presencia, los acontecimientos, el tiempo.
Encontraron en la magnitud una mentira para medir, descubrieron sus pestañas y derritieron su propio reloj. El rojo, y sus hilos, ya no manchan, solo despliegan sus armas ante los marcos vacíos de miradas.