Recuerdos musicales

“Creo que mis recuerdos son musicales, al menos los que recuerdo. ”
Guillermo Ueno

Existe un antes y un después en el historial de mis recuerdos. Antes, hay nada. Después todo es música. Cada uno de esos puntos de colores que van decorando el pasado cercano tienen musicalidad.

La música no existía en mi vida. Un día aparece en casa un radio grabador doble cassetera marca Noblex con reproductor de discos compactos, ese fue un momento fundacional. Me he cansado de escuchar historias sobre la influencia musical de los mayores: “mi hermanos tocaba la guitarra y escuchaba Sui Generis”, “mi tio era rockero cuando nadie lo era, tenía los vinilos de Almendra”, “el hermano de un amigo se hacía traer discos desde Inglaterra y todos nos juntábamos a escuchar esas rarezas”. Nada de eso me pasó. En mi pasado familiar no hay música hasta la llegada a casa de FM 100 y “Romance” de Luis Miguel.

No tenía demasiados problemas con escuchar radio y boleros, hasta que un 5 de enero un llamado de mi tía cambiaría algo de todo esto. Mi corta edad se emparentaba con mi corta imaginación. No tuve otra opción que preguntarle a mi hermana, la del medio: “Pregunta la tía que qué queremos para reyes…”. “Decile que el último disco de Divididos, se llama “La era de la boludez”. Me dio un poco de verguenza decirle “boludez” a mi tía.

Una revolución ocurrió de repente. No solo existían otras fuentes de origen musical más allá de la FM sino que además existen otros tipos de música más allá de las que se oye en FM. El único problema, no menor, era que la situación económica no acompañaba como para andar adquiriendo todos los discos que hacían falta para ampliar el campo musical. Había que conformarse con algunos regalos de tanto en tanto.

Con mis primeros sueldos a los quince años me compré un televisor, y no cualquiera: el mejor y más caro. Ese es un error del que siempre me arrepentiré. Nadie se negó a permitírmelo. Con lo que gasté en ese Grundig de 15 pulgadas me podría haber comprado 45 CD.

Tomé revancha cuando emprendí una de mis primeras aventuras musicales. Tomé un dinero disponible, y me metí en el Musimundo del pueblo, porque lo mejor de la globalización y el neoliberalismo fue que hasta en el último rincón del país había un Musimundo, cuando la cadena vendía discos y no lavarropas, como ahora.

Entré con mi dinero dispuesto a llevarme algunos discos al azar, que me gustaran vaya uno a saber por que. Casual o no los seleccionados fueron cuatro discazos.

 Continuará…

 

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