Raro no es lo visto
ni siempre preguntar lo mismo.
Raro es lo que mordido,
ni aunque sombrío, alcanza.
Raro es el sabor a momento
y las miradas permanentes.
Raro es encontrarse en el descanso
con pantallas que no iluminan.
Raro es el miedo a combinarse
y pensar en los cortes poco profundos.
Raro es, de mi parte, conocer
las mentiras que nos tocan aunque vengan solas.