En los últimos días, sin una pizca de ingenuidad, varios grandes músicos de antaño salieron a decir, a grandes rasgos, lo mismo: “no hay novedad en el rock de hoy”.
No es la primera vez que se desparrama esta idea que reza que “Hay un vacío en el rock actual”, “No hay talento, son todos imitadores”, “Cinco mil bandas que suenan todas iguales”. Pero en estos días lo diferente es que voces mayores se han sumado, con el agregado de que han usado -en un caso- el escándalo para amplificar su discurso.
Hace rato que la mayoría de los pseudo periodistas de música, quizás conducidos por la imposición de las compañías discográficas y el mercado, y quizá también como resultado de su propia ignorancia, aportan a esta mirada a todas luces incorrecta.
Por suerte, no todos. Eduardo Fabregat o Alfredo Rosso, son dos de muchos que se alejan de esta mirada errante y vienen poniendo sus voces para demostrar que la realidad indica todo lo contrario y lo demuestran a diario en sus programas de radio.
Intentamos dejar planteadas algunas cuestiones, no para llegar a conclusiones determinantes sino para aportar algunas dudas que nos lleven a preguntarnos por las razones de este fenómeno. ¿Por qué tipos que han hecho un aporte cultural inconmensurable a la historia del rock de acá, la pifian tanto? ¿por qué no escuchan? ¿por qué no le dan play a algunas de las infinitas bandas que siguen innovando? ¿será que le temen a la novedad? ¿será que su propio ego no los deja ver? ¿será que añoran un pasado que ya les queda demasiado lejos en la vida?
Preguntas y más preguntas que nos vamos haciendo mientras mezclamos algunas canciones de esas bandas que están ahí afuera hace tiempo. Bandas que podemos cruzar y escuchar, solo basta salir un rato de paseo.