Hay una imagen dando vueltas. Es una composición. Consta de seis tapas de Clarín. Esas seis tapas intentan relatar la historia del inicio y caída del gobierno de Fernando de la Rúa entre 1999 y 2001. Pero no solo eso, también es usada para intentar explicar lo que sucedió, sucede y sucederá con el actual gobierno de Mauricio Macri.
Los indignados difunden esa imagen. Se obstinan en creer que a través de ella, sus deseos se convertirán en realidad.
La matriz neoliberal, junto a la decadencia generalizada de la cultura occidental, ha logrado que el reduccionismo en el pensamiento sea una realidad cotidiana. A esta situación, la cultura de la imagen le calza como anillo al dedo. La imagen como explicación y el reduccionismo son caras de la misma moneda intelectual.
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A mediados de la década de los años 90 comenzó a difundirse de manera masiva la utilización de archivos en formato mp3 para escuchar e intercambiar música. Inicialmente, los defensores de la complejidad sonora pusieron el grito en el cielo. Técnicamente se trata de un formato de compresión de audio digital que usa un algoritmo con pérdida para conseguir un menor tamaño de archivo. Básicamente, el algoritmo corta las frecuencias que no son audibles para el oído humano.
El audio es reducido para que pese menos y sea fácilmente portable.
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La imagen dice en la tapa número cinco (y penúltima) de la composición: Usted está aquí. La historia, el proceso social y político, reducidos a una tapa. La compleja realidad es adaptada a la necesidad de algunos que padecen esa extraña obsesión por el “cuanto peor, mejor”.
La imagen aislada fragmenta la realidad, la particulariza y hace volar en mil pedazos. Los pedazos van pasando uno a uno en cada vuelta de la ruedita del mouse. Se prescinde de la temporalidad, de los hechos, sus causas y consecuencias. Pero sobre todo se prescinde de las diferencias. Esas que nos permiten discernir a través del pensamiento analítico y concluir, no solo que no todo es lo mismo, sino que reducir la realidad a una imagen es atentar contra uno mismo y su capacidad de razonamiento.
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La primera canción en comprimirse en formato mp3 fue “Tom’s diner” de la cantante estadounidense Suzanne Vega.
Karlheinz Brandenburg, el desarrollador del algoritmo original del mp3 usó esa canción que escuchaba habitualmente en la radio para hacer las primeras pruebas. Los primeros resultados eran muy malos. Todo se escuchaba bien menos la voz de Suzanne. En sucesivas mejoras del algoritmo los resultados también mejoraron. Luego de eso, la historia conocida.
A medida que el formato se masificó muchos se negaban a utilizarlo por considerarlo de mala calidad. Estas personas reciben aún hoy miradas de sorpresa y extrañeza ante su negativa. “Pero si es lo mismo! No hay diferencias” les siguen diciendo.
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Nos estamos acostumbrando a percibir la realidad a través de una imagen, con todo lo que ello significa, pero sobre todo, con todo lo que ello omite. Nos estamos acostumbrando a creer que con solo tener una imagen basta para sacar conclusiones.
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En la actualidad casi cualquier obra musical que escuchamos fue procesada por ese algoritmo que le produce pérdidas. La reducción del espectro sonoro logra que escuchemos una ínfima parte de la obra original. Obra que, al igual que nuestra realidad, posee elementos sutiles que de no ser tenidos en cuenta nos condenan a vivir en el reduccionismo.