Flaco

Eran días raros, el sonido ya no era lo que era, y los paseos llevaban siempre a los mismos lugares. Esperaba que la sorpresa trajera la novedad que hacía falta para volver. Ninguna de las veces pude comprender como empieza esto. Trae un recuerdo, es quizás una palabra o una nota. Traída o tirada en una sala o en un jardín y llegando, sin cesar, a la escucha. Pero cuando la mirada se pierde, pasa de largo, y suena a nada.

Un día llega un instante, se acomoda en un rincón, no pretende nada. Solo espera el momento exacto para recordar.

No podría acompañarte porque ni él sabe donde vas, solo te mira y dice. Nunca va a parar de decirte. Nunca vas a parar de escucharlo.

Desde ese momento las alas ya no serán de colores y los mundos no pueden entrar, jamás, por esa puerta. Las imágenes te aplastan y tus pies no lo saben.

Él dice que eso es vivir, y ya no puede. Se quema en cada giro, porque la perpetuidad es un condimento de lo simple.

Necesitamos llorar por él, para que sonría lejos y ese rincón nunca desaparezca.

(para vos LAS)

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