Miguel fue el maestro de maestros. Su vida fue una tormenta. Su obra un caos perfecto.
Logró lo que solo algunos pueden lograr. Fue masivo y popular, un artista de culto por momentos y un boom comercial en otros. Se dio el lujo de hacer lo que quiso. Compuso éxitos, se peleó con Pappo, se fue y dejó todo. Armó, desarmó y volvió a armar una de las bandas fundamentales del rock argentino. Y cuando nadie lo esperaba, se fue de nuevo.
Soy todos tus olvidos
y de todos tus olvidos
aparece mi alimento.
Nunca dudó en soltar todo lo que tenía cuando se cansaba de las cosas. “Yo siempre regalé mis banderas, regalé mis poderes en cuanto alguien se ponía demasiado denso” reconocía, aunque ese poder fuera la primera banda del rock nacional; allá entre el 1967 y 1968, o una de las expresiones musicales más importantes de la primera mitada de la década de 1980.
Su pluma es de excepción, su humor infaltable. Pero lo más maravilloso de sus canciones es el poder de resumir lo profundo y la simpleza. La sonrisa, lo habitual y cotidiano con el mensaje de conciencia profunda. Y todo eso lo podía incluir en un hit, en una canción puramente experimental o en un juego musical escénico.
yo soy el que da roto de tu paso olvidado
y aquel que te camina descalzo entre tus pasos
nada sé, no
nada sé… ¡nada sé!
El Flaco decía “yo admiro a Javier Martínez, me emociono con Moris, y aprendí a escribir leyendo a Miguel”. En el rostro de Spinetta se percibe una luz especial cuando habla de él y reconoce que Muchacha ojos de papel está en parte inspirada en una de las primeras canciones que compuso Miguel Abuelo.
Esa canción es una de las primeras del rock nacional en nuestro idioma. Spinetta la cantó solo con su guitarra en el recital de las Bandas Eternas. Muchos años antes Miguel decía “para mi Mariposas de madera es como respirar”.
Juntos cavaremos hasta la superficie de la Tierra
tu dolor es amor transformándose en mundo
todo lo de buscar ya fue encontrado
creciendo vengo desde antiguo informe
y una caja es tu cuerpo en donde el dolor no cesa.
No era cantante ni poeta, él era una visión del mundo. Era un filósofo que recorría los bares conectando con las diversas realidades que frecuentaban el mundo de la noche. Su vida fue un viaje interminable, un paseo por la incertidumbre. Pero lejos de ser eso un punto a favor, muchas veces fue su condena.
Sus compañeros musicales reconocen su humor infinito, sus ganas permanentes de ver la bondad en el mundo, pero también su furia, la tempestad azotando todos sus vínculos.
Que suba lo que crece!
lo que se aparta ¡aparte!
lo que vino ¡se encuentre!
lo que se fue ¡se vaya!
Luego de abandonar literalmente la primera etapa de los Abuelos de la Nada y dejarle la banda de regalo a Pappo, porque el carpo solo “quería hacer blues”, se fue a Europa. Recorrió todos los países y vivió de la casualidad. Estuvo un año preso por una confusión y en 1973 grabó un disco completamente inesperado.
Mientras preparaba un álbum solista para un israelí que conoció arreglando muebles de laca china; se cruza con a Daniel Sbarra y lo invita a tocar. Sonaban tan bien que decidieron abandonar a la mitad ese disco y hacer otro completamente distinto. Así surgió un álbum de culto, inconseguible: Miguel Abuelo Et Nada, rock cantado en argentino a principios de los 70 en Francia. Algo inaudito que sin embargo logró llenar todos los lugares en donde tocaban. La banda es perfecta.
El pensamiento corre
el cuerpo baila
los ojos iluminan
la voz llega y escapa
¿por qué trastocar la lozanía
que hay en tu alma?
En 1981 volvió a Argentina. Armó la super banda del futuro: Cachorro López, Andrés Calamaro, Gustavo Bazterrica, Daniel Melingo y Polo Corbella.
Miguel comenzó a mover el cuerpo arriba del escenario, pintado y vestido de colores cuando eso era casi revolucionario. Rompió todos los moldes que pudo. Con la voz, con sus letras, con su cuerpo, con su alma.
Ey! ¿y si hubieras contraído
compromiso con la muerte?
¿y si hubieras muerto acaso?
peleando o creyendo
o intentando
escaleras para atrapar las espaldas del cielo
habrías llevado gloria hacia allá
hacia desde donde ya no se vuelve
pero también habrías dejado fábula
utopía y polvo
entre mis cófrades mortales.
Entre el 80 y el 85 Los Abuelos de la Nada fue la banda más deliciosa del rock argentino. Las presentaciones eran lo más parecido a un circo de rarezas, lo que contrastaba absolutamente con el estilo serio y cuidado que el rock traía de los 70. Quizás fue el primero de los glamorosos que se animaron a jugar sobre el escenario.
Con casi 20 años de diferencia volvió a crear la semilla y la fuente de lo que vendría después. Un poeta de la música que renació tantas veces como quiso.
Buen día, día es el ejemplo perfecto. La sencillez de la frase más repetida por todos nosotros junto a una declaración de principios para la vida toda.
¡He venido a mover y dar marcha a la fanfarria!
me fecunda la música que tonifica y cura
los poetas me acusan de deber ser valiente
las artes para siempre, las musas sin cadenas
como, huelo, duermo, río, bebo, juego, ando
me recuesto cara al cielo
y mi reposo goza en la paz de cada origen.
Gato Azul, su hijo, recorre la ciudad. Recolecta poco a poco las fotos de su padre y así reconstruye parte de su historia olvidada. Con lo que recuerda le alcanza para concluir que como padre fue un hermoso desastre.